La alegría es una emoción básica, positiva y necesaria para el ser humano, que se produce ante acontecimientos favorables para nosotros u otras personas que nos importan de alguna manera, o simplemente la sentimos sin un por qué visible.
La alegría es la sensación interior que nos hace capaces de remontar los momentos difíciles, aunque nos sintamos muy tristes.
Es una emoción propia de la infancia que favorece la interacción social, ya que gusta compartirla con los demás. De ahí la importancia de favorecer y consolidar esta emoción en esta etapa, porque, a parte de sus beneficios internos (a nivel cardiovascular, inmunológico, emocional, etc.), es la emoción que más impulsa a hablar, expresar o relacionarnos.
La alegría, además, es una emoción que ayuda a afrontar de manera más positiva la vida en general y los problemas en particular, contribuyendo a la felicidad de todas las personas. Esta alegría, como forma de vida, como vehículo para desarrollar en los niños/as una personalidad sólida y positiva, es la que debemos fomentar durante su desarrollo.
Existen multitud de experiencias que contribuyen a alimentar la alegría y que podemos realizar tanto en casa como en la escuela. Vamos a presentarlas en tres grupos para tener una visión más global y clara:
A través del arte o del conocimiento, con música, expresión corporal, ejercicio físico, artes plásticas, juego y un sinfín de experiencias que nos ayudan a disfrutar, a conocer y a conocernos.
A través del amor, con la demostración del cariño y del afecto, sentirse querido y protegido tanto con palabas como con hechos es sin duda una necesidad para el ser humano y su plenitud.
A través de la ética, como conjunto de valores que dirigen nuestro comportamiento, que nos ayudan a distinguir entre el bien y el mal; ser una buena persona es vital para lograr la felicidad.
Como hicimos con las emociones trabajadas en los meses anteriores (el miedo y la frustración) vamos a dar una serie de pautas que ayudarán a instalar la alegría en nuestros niños/as:
• Ya que los niños/as aprenden por imitación, debemos como padres/madres y maestros/as dar ejemplo y expresar la alegría cuando sea preciso, así como evitar, en la medida de lo posible, contagiarles el mal humor o mal ambiente provocado por las rutinas diarias en las que nos vemos envueltos los adultos (trabajo, facturas, obligaciones, etc.)
Sin embargo, también nos debemos expresar con naturalidad ante situaciones adversas que nos producen tristeza o preocupación (como es el caso, por ejemplo, de una enfermedad) aunque evitando que se apoderen de nuestro estado de ánimo diario, convirtiéndonos así en personas pesimistas o negativas.
• No forzar a los niños/as a tener que sonreír o estar contentos o felices cuando están tristes, cansados, enojados o abrumados, ya que debemos respetar sus momentos y emociones o, de lo contrario, podemos hacerles sentirse peor.
• Trabajar la alegría como algo innato que depende de uno mismo y no tanto de lo que sucede en el exterior. Siempre va a haber malos momentos, malas noticias, malas experiencias… es ley de vida, pero, aunque eso no lo podemos cambiar, si podemos intentar afrontar las cosas de una manera más optimista y constructiva.
• Darle importancia a las pequeñas cosas, al día a día, y no esperar grandes acontecimientos para expresar nuestra alegría.
• Fomentar el sentido del humor, porque además de reforzar los lazos sociales y el bienestar físico y mental, reduce conflictos y lima asperezas, aspectos que facilitan mucho el día a día.
Por último, y como viene siendo habitual, os recomendamos unos cuentos que tratan de la alegría para disfrutarlos junto a vuestros peques y que podréis encontrar en Youtube:
-“Los tesoros de Omar”, de Begoña Ibarrola.
-“Cuando estoy alegre”, de Adriana Paola Devia M. y Jorge Alejandro Vásquez O.
-“La sonrisa que Lily descubrió” Cuentos infantiles de la felicidad.
-“El vendedor de alegrías”. Cuentos infantiles.
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